Con el paso del tiempo, la humedad, la luz y el mismo uso que hacemos de nuestro parquet, amenazan en ir eliminando el brillo, la consistencia y el estado perfecto que tiene éste respecto a su estado inicial. La madera puede oscurecerse, nuestros muebles o animales pueden rallarlo, el brillo pierde fuerza y el suelo se amarillenta e incluso pueden aparecer manchas en zonas en contacto con el agua, como en baños o radiadores.
El acuchillado de parquet se vuelve primordial a la hora de volver a recuperar, en la medida de lo posible, el estado perfecto de la madera donde pisamos y que otorga a nuestra casa un estado más elegante y natural. El acuchillado de parquet consiste, por tanto, en eliminar mediante diferentes técnicas la capa dañadas de la madera. Antiguamente se realizaba mediante utensilios de metal, un trabajo duro y complicado, que se solventó gracias a la proliferación cada vez mayor de máquinas lijadoras que cumplen a la vez de aspiradoras de los restos de la madera que queremos quitar.
En la actualidad, para realizar un buen acuchillado de parquet lo esencial es contar con una lijadora de rodillo que permite un trabajo sencillo hasta para aquellos que no son profesionales ni están acostumbrados al uso de este tipo de máquinas. Una máquina muy versátil que cuenta con un rodillo, convencional o centrífugo, e idóneo tanto para superficies grandes como pequeñas. Para comenzar, debemos de poner un papel de lija nuevo cada vez que procedamos al acuchilla de parquet. Realizaremos una pasada inicial de lijado y pulido con el objetivo de remover las pretuberancias donde, en todo momento, la máquina debe estar siempre en movimiento para evitar errores.
Haciendo uso de una velocidad uniforme en la máquina, la aumentaremos cuanto más fina sea la lija que estamos utilizando y será mayor aún más si la madera a lijar es blanda. Se debe empezar con una lija gruesa hasta que desaparezca la capa de barniz. Después se pasa la lija media hasta que desaparezcan los arañazos dejados por la lija gruesa y por último se pasa la lija fina por el acabado hasta que desaparezcan los arañazos dejados por la lija anterior. Posteriormente, debemos de aspirar o barrer el suelo y luego utilizar la lijadora de orillas para aquellos sitios que no se hayan podido acceder con la lijadora principal o de tambor, como esquinas, zonas junto a la pared, rincones, peldaños de escalera… siguiendo una sucesión de granulación de las lijas para un trabajo perfecto.